21 julio, 2010

13 de octubre de 2009 [2]

Sentí en mis hombros un peso horrible que me mantenía paralizada en la silla, incapaz de asimilar lo que acababa de comprender...
Alguien dijo que ya había llegado el transporte para el 2º turno. (17:00). La monitora de las tardes aún estaba por el centro. Me esforcé en levantarme para cumplir con el trabajo, pero parecía que me encontraba envuelta en una nube o una bola o no sé qué; me sentí aislada de lo que me rodeaba. Acabé mi jornada laboral aguantando el tipo, aún no sé como... solo pensaba en que nadie me vería llorar, no quería que me vieran llorar...

Al cerrar la puerta de mi casa, me apoyé en ella y acabé en el suelo llorando de un modo totalmente descontrolado.

Mi hija me levantó del suelo, me preguntaba que había pasado, no podía contestarle, me arrastró hasta mi cama. No podía hablar, recuerdo que en mi cuello sentía una horrible sensación de ahogo, no podía respirar, un dolor inmenso se apoderó de todo, de mi cuerpo, de mi mente; volvieron los ataques de ansiedad o de pánico.

Recordé como si estuviera rememorando un ensueño que Mónica me había dicho que lo apuntara todo. Como pude lo apunte en mi cuadernillo rojo.
Pasé otra noche horrible, conseguí dormir a ratos, vencida por el agotamiento del llanto. Me despertaba llorando, no podía dejar de hacerlo...
Por la mañana mi hija me avisó de que me había preparado un desayuno, volvió el llanto con más fuerza, tuve un ataque de pánico. Me calme o lo intenté por la expresión angustiada de mi hija, como me dolía verla sufrir por mí.
Ella me hablaba, pero no recuerdo nada de lo que me dijo, me cogió del brazo y me llevó hasta la ducha, me ayudó a desnudarme. Debajo del chorro del agua, noté que me relajaba un poco, lo suficiente para derribar esa mínima barrera que había construido y tuve otro ataque de pánico.
Mi hija decía algo del centro de salud; tenía razón, tenía que ir.

Me costó lo mío salir de casa llorando.
Para mí llorar es algo íntimo, algo que ni la familia puede ver o saber. Me sentía humillada, me enseñaron en mí familia que las lágrimas no son para nosotras, que nosotras, las mujeres de mi familia, siempre hemos sido fuertes y luchadoras y jamás nos vencen las lágrimas, nos las tragamos y luchamos con la fuerza de nuestra feminidad, o sea, con dos ovarios...

Pero mis ovarios se habían deshinchado y de paso deshidratado.

En el centro de salud me atendió una doctora suplente de mi médico.
Me dio la baja, Paroxetina© y Alprazolam©.

Alprazolam 0,50 mg: ½ -1-0
Alprazolam 1 mg: 0-0-1
Paroxetina 25 mg: 0-0-1 (después de la cena).

Pasé por la farmacia y fui a casa, el alprazolam me hizo efecto y dejé de llorar y tener ataques de pánico.
Pero me sentía en otro mundo, mi interior estaba "muerto"; sentía que solo era un cuerpo con "algo" que lo mantiene funcionando a mínimos. Y no era por las pastillas.

Pasé dos semanas con el alprazolam, mi médico ya había vuelto y me recomendó qué era mejor no tomarlas porque eran adictivas. Me pareció bien. Me dejó la Paroxetina©.Le expliqué entre llantos y ahogos lo que sentía. Se levantó de su mesa y tras coger una carpeta me recomendó que llamara a ANAMIB "Asociación No Acoso Moral Illes Balears" o que fuera allí y me asesorarían sobre el acoso en el trabajo. Me dio el número de teléfono y me puse en contacto con ellos.

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