29 julio, 2010

¿En qué lado del océano estoy?

Bueno, escribir en el blog me da mal rollo. Me deprime. Espero no contagiar a nadie mi estado de ánimo.

He vuelto otra vez al llanto, a la tristeza, a esconderme. Día 2 de agosto me toca psiquiatra de la Seguridad Social.

La de cosas que me gustaría decirle sin faltarle el respeto, "gracias, doctor, con su empeño de que debía volver al trabajo, lo he perdido".

"Sí, hágame el favor, escriba ahí en mi historia clínica una F de fracaso, no, no, mío no, suyo; ese fracaso es solo suyo".

"Pues mire usted, si no lo acepta, puede compartirlo con la doctora de la mutua y con el psiquiatra que me valoró, el que cobraba de la mutua, y quizás también con la doctora de la inspección médica, que no sé de quién cobra, pero que tampoco entendió, al igual que los otros, lo que es el terror que se puede llegar a sentir por volver al trabajo cuando vives día a día, semana tras semana, mes tras mes, el acoso laboral...

Le diría, "no, mi querido doctor, le repetí que aún no estaba preparada para volver al trabajo, le supliqué que me dejara estar de baja un poco más, pero usted ni caso..." Ni puto caso. Ese es su fracaso. Ahora estoy sin trabajo y ni salgo de casa para buscar otro. Ese sí es mi fracaso. Pero usted, querido psiquiatra, cargue con el suyo... que yo ya cargo con lo mío...

¿Para qué tanto cambio de pastillas? ¿Para qué sufrir iatrogenias una tras otra? Náuseas, escalofríos a pleno sol, mareos, dolores renales, pinchazos dolorosos por el bazo, por el hígado, por los riñones, ver comida me da nauseas. ¿Alguien puede hacer así "vida normal"? Para ir a la consulta de mi psicólogo por las tardes tengo que seguir haciendo ayuno... gracias a buddha no han vuelto las parestesias...

Esta mañana salí a correos a recoger un paquete. Sí, en ayunas. Hacia buen día, pero lo sentía sombrío; ves a la gente andando y agobiada por el calor, apenas me molesta el calor y tengo escalofríos, sé que es mi interior el que está sombrío, oscuro. Y el frío proviene de mi interior, vacío...

El viernes 16 de julio tuve un sueño.

Vivíamos en una gran mansión, tengo recuerdos de escenas felices, de mucha felicidad. Algo pasa, la casa debe incendiarse y debemos morir, forma parte del ritual. Cuando hemos pasado por el fuego o éste está cerca, viene alguien, es femenino. Me lleva a la superficie del mar. Es un océano inmenso, es luminoso, pero no veo el sol. La mujer se ha convertido en un puntito de luz minúsculo al igual que yo; me enseña "algo", si nos montamos las dos encima rodaremos sobre el mar.
Soy muy feliz. El "algo" es parecido a una moneda, yo estoy en un lado y ella en el otro. Rodamos sobre las aguas, son tan limpias... ella dice que quiere enseñarme algo y nos detenemos. Bajamos de la moneda y vamos nadando hasta un lugar determinado y nos sumergimos. Veo los cimientos de la mansión del principio del sueño, es el sótano. Pero hay más pisos, la casa está al revés, sumergida.
Mientras recorro la casa, voy recordando escenas del principio del sueño. Recuerdo que en el sótano hay un joven cuidando a una rata, lleva vendaje en una pata trasera y él la cuida con mucho cariño, pero sé que no desea que se le cure. El viene con nosotros durante el recorrido que hacemos a la casa de debajo del agua.
Veo escenas que simbolizarían luchas, pasiones, odios, amores, vergüenzas, etc., en cada habitación hay algo representativo de las pasiones humanas, "buenas y malas". Al llegar a la terraza la casa debe incendiarse. Vuelvo al océano, allí soy libre. No quiero estar más tiempo en ese mundo sumergido y al revés. Sé nadar, flotar y también puedo planear o volar sobre el agua. La luz es placentera; mientras vuelo sobre el océano recuerdo el dolor vivido en la casa del revés, sumergida en el océano. Ya pasó. Quedó atrás. No quiero volver allí.

Hacía mucho tiempo que no tenía o recordaba un sueño tan vívido y tan largo. A poco de ponerme enferma soñé que andaba descalza sobre la plancha metálica de un barco naufragado, lleno de óxido y agujeros. No recuerdo más sueños.

Soy un pelín junguiana, me gusta la moneda, el mándala, reunirme con ella, el rito del fuego, el agua, pero no me agrada el jovenzuelo cuidando de una rata, ¿es mi ánimus? ¿Qué demonios está haciendo, nadie le ha dicho que le necesito? ¿Cómo reunificaré mi psique si el puñetero está enredado con una sanación? ¿Es importante esa sanación? ¿Está allí, en el otro lado para ayudarme o para entorpecer mi curación? ¿Lo estoy viendo desde la perspectiva correcta? ¿Está la mansión en mi inconsciente o es mi inconsciente la superficie del océano?

Si el mándala es el símbolo de la totalidad psíquica, si me voy de paseo con mi ánima, ¿porque mi ánimus permanece oculto en un sótano? Necesito mi parte masculina...
¿Es la herida de la rata una herida de mí pasado? Hay tantas... como saber cuál es.
¿Por qué no quiere que la herida sane? ¿Cómo sabré que herida no deja cicatrizar?

Si es inconsciente reprimido y sumergido, significa que antes afloró en mi conciencia, lo reprimí, lo relegué al inconsciente, bien sin darme cuenta o bien por incompatible. Por lo tanto ahora pertenece a la "sombra". ¿De ahí proviene mi enfado, la rabia, la frustración conmigo misma? ¿No me entendí, no lo capté, no me identifiqué?

¿Fue por aquel despertar, aquel darme cuenta que tuve con mi compañera de trabajo? ¿Tanto puede odiarme o despreciarme que le es indiferente el daño colateral que pueda provocar? ¿Daño a un anciano o a dos, o a una veintena?

Nunca pensé que en mi vida viviría una experiencia parecida... que una compañera de trabajo me demostrara un desprecio semejante o despreciara de ese modo la vida de otras personas. Y además, en un entorno sociosanitario. No me siento humillada o rebajada. No afecta a mi amor propio, ella sigue allí, con su narcisismo perverso y con la oportunidad de volver a hacerlo, o de hacer algo peor... ¿quién cargará con la negligencia de sus actos?

Al principio de caer enferma ese era el peor recuerdo, el que más me descontrolaba o desestabilizaba. A veces durante el trabajo, Lolita solía decirme que yo era una buena persona. No sé porqué, siempre le decía que todo lo que tengo de buena lo tengo de mala, y sí, puedo ser muy buena... ¿era Lola para mí, todo lo que tengo de mala? ¿O todo junto no es más que una ilusión, un absurdo espejismo?

Podía pasar sin alterarme mucho por todas las pequeñas putaditas diarias, me iba a casa después de mi turno feliz y en paz. Llegaba a la mañana siguiente con las pilas recargadas, igual de feliz y con mi paz interior intacta. Aceptaba todas las recriminaciones, amonestaciones y lo que me echaran con una sonrisa, y repitiendo "si, si, vale, si" y quedarme fascinada observando esas miradas, cómo de un odio o rencor o rabia, no sé decir... pero no me afectaban al principio. Es más, siempre pensé que la enfermera lo hacía para enseñarme, hasta que caí en la cuenta de que cuando hacia algo que a Lola no le iba bien o porque tenía el venazo conmigo, aparecía la enfermera a "aleccionarme".

Qué ingenua que fui, (soy) durante casi dos años aguante muchas cosas. ¿Qué debía sentir Lola? ¿Poder? ¿Soberbia? ¿Calmaba así sus frustraciones personales? ¿Creía ser la titiritera del grupo de trabajo, la Gran Jefa, la Hembra Alfa dominante?

En el curso Fénix de ANAMIB, describen a un narcisista perverso en general, cuando lo leí me quedé alucinando, "es ella, dios mío, es ella, es ella...". Sí, le quedaba todo bordado a la perfección, y a su pequeña aprendiza, Lolita. También encajaba con la directora, la enfermera, el T.O. No pude seguir el curso, lo dejé varios días y volví al primer capítulo.

Pero, aún sigo sin entender porque a mí, si me limitaba a hacer mi trabajo, a ser ciega, sorda y muda a todas las cosas irregulares del centro, pasaba olímpicamente del comportamiento de acoso de todos, hacía mi trabajo y el de mis dos compañeras, y no me involucraba en sus tejemanejes... ¿por qué no me dejaron en paz?

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