ESTADOS MENTALES NEGATIVOS
Extracto del libro “Tensión, miedo y liberación interior”
de Antonio Blay
Tensión
La tensión es el mecanismo natural que ponemos en marcha cuando hemos de ejecutar una acción. Yo he de levantar un peso: pongo en tensión mi musculatura y lo hago de acuerdo con el peso aproximado que creo que tiene aquello.
Así me preparo para el esfuerzo, pongo en tensión, a un grado determinado, mis músculos para mover aquel peso.
La tensión es un fenómeno natural, normal, necesario, es la preparación para la acción, tanto para la acción física como para la psicológica.
Por lo tanto, la tensión no tiene un carácter necesariamente negativo ni mucho menos.
Ahora bien, ¿qué ocurre cuando yo me preparo para realizar una acción, y esta acción no se produce?
Que mantengo dentro una tensión improductiva, inútil.
Si la mantengo por más tiempo, se convierte en una tensión parásita.
Esa tensión parásita es la que llamamos tensión, en el lenguaje corriente.
Cuando se habla de tensión nerviosa, mental, emocional, queremos indicar simplemente esto: que en nosotros se han producido unos movimientos previos de tensionar, de poner en tensión mecanismos físicos o psíquicos preparatorios para una acción de esfuerzo, pero que, al no producirse dicho esfuerzo, se ha quedado sólo en la preparación.
Entonces queda aquel estado dentro y esta tensión mantenida se convierte en algo parásito, perjudicial, porque impide que el organismo o la mente siga funcionando con fluidez respecto a lo que ha de hacer en cada momento.
Cuando estoy viviendo una situación de peligro psicológico o físico, me pongo en tensión. ¿Por qué?
Porque la tensión es la preparación para defenderme del peligro.
Lo mismo si se trata de un peligro físico como de uno psíquico.
Ante un peligro psíquico me pongo tenso, para evitar el ataque, para prepararme yo para atacar, o para huir.
Esa tensión que movilizo, por la cual estoy preparándome para defenderme o para atacar, queda dentro, porque estoy viviendo el peligro continuamente, porque constantemente estoy viviendo el temor de fracasar ante tal situación, de encontrarme ante tal persona que me ponga en evidencia, de que no se realice lo que yo deseo; y esto me está haciendo vivir interiormente en un estado de alarma, de inseguridad permanente, ante la que estoy en un estado de tensión expectante, de preparación para defenderme o atacar.
Existen dos formas fundamentales de tensión, una es la que se produce cuando yo he de estar inhibiendo un impulso para que no salga.
Este es el caso de una violencia interior que he de impedir que salga.
Esta fuerza que hago para retener el impulso es una tensión por inhibición sostenida.
Luego hay una tensión cuando he de estar haciendo un esfuerzo muy activo, muy largo, por ejemplo cuando he de andar mucho, cuando he de estudiar más de lo habitual, cuando tengo que adoptar una actitud de alegría infrecuente en mí, es decir, cada vez que he de hacer un sobreesfuerzo, se produce un cansancio.
Entonces me he de forzar, he de tensar mi capacidad de hacer para seguir haciendo, tensión por exceso de acción.
O sea, hay una tensión que se produce por inhibición, mantengo dentro cosas, y, para que no salgan, he de estar «apretado».
Luego, una tensión que se produce porque me estoy obligando a hacer más de lo que acostumbro. Generalmente una y otra van juntas, pero son distintas.
Cuando me reprimo para que mi agresividad no salga a flote, experimento una tensión; pero, cuando al mismo tiempo me he de obligar a sonreír y a ser amable o atender mis negocios, yo he de estar haciendo entonces un esfuerzo de acción, porque en aquel momento no tengo ganas ni interés alguno en hacer aquello. Pero son dos cosas distintas.
Es importante entenderlo.
Toda tensión que sea debida a un exceso de acción solamente podrá resolverse mediante el descanso, el cese de la acción.
Pero, en cambio, toda tensión que sea el producto de una inhibición, con el descanso no se arreglará nada.
En este caso, lo único que puede solucionar la tensión es descargar al exterior la energía retenida.
Es fundamental entender esta distinción porque las vías de solución son prácticamente opuestas.
Cuando la tensión se produce porque estoy haciendo un esfuerzo en mantener un modo de hablar, de conducirme, más allá de lo que me es normal, solamente desaparecerá la tensión mediante el descanso de aquel esfuerzo, de aquella acción.
Pero cuando la tensión se deba a que estoy apretando, reteniendo para que no salgan aquellas cosas que están prohibidas, la única posibilidad de que desaparezca la tensión es que aquello pueda salir de un modo u otro.
Así desaparece la causa de la tensión.
Para un tipo de problemas la solución será el descanso, la relajación, el yoga.
Para el otro tipo de problemas no será ni el descanso, ni la relajación, ni el yoga, lo más indicado, sino la expresión, la descarga, la movilización hacia afuera de las energías retenidas dentro.
La tensión, una vez dentro, sea cual sea su clase, puede producir en nosotros una reacción bien de inhibir, o bien de expulsar hacia afuera.
Inhibir o excitar son las dos formas reactivas básicas. Inhibir significa que, ante un problema, yo tiendo a desaparecer, a replegarme hacia dentro, a huir del exterior.
El caso extremo de este tipo nos lo dan aquellos animales que cuando están en peligro se tiran al suelo inmóviles, como si estuvieran muertos.
Eso es la inhibición total.
En las personas, esto se ve cuando, ante una dificultad, un disgusto, un problema grave, la persona se desmaya: es un modo de evadirse, un modo de huir.
continuará...
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